domingo, 10 de octubre de 2010

¡Muere Domingo, muere!

¡Maldito seas, Calendario! Cada día empleas más fuerza en agotarme. Odio todo. Cada día tengo más ganas de irme, de correr un rato & luego recostarme en cualquier raya blanca de una carretera que vaya a nosédónde. Odio todo & odio los Domingos, no todos son grises pero todos son detonantes de inconformidad. Hoy estoy con un Domingo soleado & él sabe que lo odio, sabe que quiero que se vaya & se demore mucho en volver. Hoy estoy con mi inconformidad & ella sabe que ya no puedo odiarla, que ya se volvió residente de este motel & nadie se atreve a desalojarla. Hoy estoy con mis idealizaciones & ellas sí que saben cuánto las detesto, ellas saben cuánto daño me hacen a mí & a mis realidades & aunque lo saben vienen con descaro a recordarme lo que soy capaz de imaginar & desear en vano. No sé con quién más estoy hoy & no quiero saberlo porque quizá ya no me cabe más odio en el menú. Odio el encierro porque me obliga a sumirme en mi pensamiento & odio salir porque no soporto al ejército de mediocres infelices que suelo encontrarme. Odio los bailes porque sé que no bailo bien & ni siquiera me agrada la gente que sabe hacerlo. Odio a la mayoría de payasos que me rodean por chismosos, escandalosos, conformes & clichesudos. Odio el reloj que no sabe hacer silencio & que se llena de dicha torturando a mis oidos. ¡ODIO LOS DOMINGOS, MALDITA SEA!
Odio el amor porque muchas veces me queda grande, grandísimo. Odio desear lo que no tengo porque cada vez se acerca más, odio a la maldita ley de la atracción. Eso es, odio las leyes, malditas leyes tan difíciles de contradecir. Odio el odio porque se multiplica por segundo & ocupa tanto espacio que opaca un millón de cosas. Odio a los que creen que en mí hay un jardín de rosas sin explotar, odio que traten de ver en mí lo que nunca verán, odio que vean en mí lo que quieren ver, ¡ODIO QUE SE ENGAÑEN A COSTA MÍA!
Odio a las caras que veo más de lo que quisiera, odio a las que veo menos de lo que necesito, odio a los imitadores, a los profetas, a los ruidosos, a los lambones, a los que aparentan lo que no son & nunca serán.
Odio a quienes tratan de dar esperanzas & contentillos con palabras insulsas, vacías e hipócritas; los odio porque son incapaces de situarse en la mitad de mis palabras, justo en medio de mi garganta... & son capaces de pedir explicaciones & de dar "consuelo" inútil.
Odio que frente a mi ventana no haya un lago & mucho verde, seguramente si eso existiera no tendría que odiar tanto.

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