lunes, 8 de noviembre de 2010

Carta a mis pilares.

Señores
Andrés Caicedo & Rafael Chaparro.

Escribo esto con algo de tristeza, pero sobretodo, con bastante indignación.
Me gustaría hacerlos vivir de nuevo, pero quizá sería lo más egoista & ruín de mi parte. Quisiera seguir leyendo sus letras, seguir viajando en sus ríos, en sus calles llenas de humo, lo único que no quisiera es que vieran cuan poco pensantes se han vuelto estos robots.
Desde hace un tiempo, parece que muchos quinceañeros decidieron dejar que el opio corriera por su cuerpo, decidieron hacer de las nubes llenas de opio una moda sin sentido, fastidiosa al extremo. Quinceañeros que actuan en masa (como es costumbre) han adoptado una jerga para tratar de ser prototipos mediocres de algún Sven, de alguna Amarilla que parece demacrada, estúpida & de plástico. Esto es triste, sobretodo cuando algunas páginas logran cambiar tu percepción, tu ritmo para respirar & hasta la manera en que solías ver los colores, los caminos. Es triste, en especial cuando no logras entender por qué lo que para ti tiene un valor supremo, tiene para los demás la calidad de cualquier producto social. Es triste, lo lamento por usted, señor Chaparro, no quiero imaginar sus charlas en las tardes, deben estar llenas de una pesada decepción. A veces sólo me pregunto si le sigue gustando ir a cine de nueve muy bien acompañado, espero que sí.
Ahora vengo a dañarle la "paz" a usted, señor Caicedo. Leía en estos días, de nuevo, "En las garras del crimen" & me detuve de no muy buena gana en la última parte de su cuento. No entiendo cómo un cualquiera como Andrés Cepeda se atreve a vestir sus romanticismos idiotas con apartes de sus cuentos. Le creo a usted que ya no sea ni su sombra, que lo vean & no lo conozcan... ¿¡pero a Cepeda!? No comprendo la desfachatez de esta cantidad de robots insulsos, ¿la falta de respeto?, no sé. No sé. Me imagino que estas cosas hacen que los cucarrones de su pecho se le vayan a la cien. Lo lamento. Todo lo que espero es que se esté gozando su pedazo de eternidad con alguna chica que use boina & que ande siempre con el "peek-a-boo-bang", es lo menos que se merece.

Me gustaría saber qué pasó con tantos poetas malditos, qué pasó con sus genes que al parecer se perdieron entre tanta basura, entre tanta aleación plasticometálica. Me gustaría saber si ustedes se sientan a tomarse un tinto muy negro junto con Baudelaire. Me gustaría que el humo azul se llevara tanta masa, la desintegrara, la mandara lejos.